martes, 18 de febrero de 2020

QUÉ PUEDO OFRECERTE YO

QUÉ PUEDO OFRECERTE YO

Una reflexión de Miguel Ángel Pagador Martín aka. GoldenWarrior 99


Voy a ser lo más sincero, no encuentro motivación para escribir este texto. Éste es el segundo intento, por cierto, y la calidad se puede comprobar si se conoce el hecho de que lo estoy haciendo en el bloc de notas del móvil, mientras intento que los baches que va sorteando el autobús no me hagan cometer una errata, o peor, que mi libreta de coltán vuele por los aires y caiga en la otra punta del vehículo.

Se podría decir que normalmente, cuando tengo buenos los ánimos, no encuentro dificultad en redactar unas pocas palabruchas con algún matiz surrealista o bizarro. Dos chavales de pueblo pequeño que son echados de una verbena por frikis, yendo de camino a sus casas, se encuentran en medio de la calle a un decrépito vagabundo que les ofrece LSD, tras lo cual sucede un episodio alucinógeno de humor absurdo. Esas son las historias que suelo escribir, aunque actualmente considero oxidada y desentrenada mi capacidad de cuentacuentos.

No solo atento contra el acto de la escritura, también escupo sobre el arte del cine con mis vídeos para YouTube. Empecé fuerte, elaborando una película de unos tediosos treinta minutos de yo haciendo de mí mismo, acompañado de mis dos mejores amigos, envueltos en el mundo de Morfeo, donde parece que un sueño está dentro de otro. Y me pinto la cara de cebra. El espectáculo audiovisual gozó de relativo éxito en mi comarca, cosa que no le ha vuelto a ocurrir a mis sketches posteriores, yendo de pocas a famélicas visualizaciones en la plataforma. He mareado a mis colegas con que si lo dejo, o sigo, pero no por falta de éxito, sino por el balance que me veo obligado a hacer entre todos los fregaos en los que ando metido.

Por último, me toca hablar sobre el aporte que he dado al mundo del cómic extremeño que, o brilla por su ausencia, o apenas es conocido por los propios extremeños. Volviendo al asunto, dibujo historietas de superhéroes desde que era bien canijo. Mis padres me han motivado y apoyado, y he despertado la admiración de los adultos de mi entorno. Sin embargo, no me considero ningún niño prodigio. Es el simple de que nací en un pueblo de 2000 habitantes, y no en una ciudad.

Habiendo expuesto aquí mis tres actividades creativas preferidas, y lo que con ellas “regalo” al mundo, puedo hacer la pregunta. ¿Qué puedo ofrecer yo en este texto? Cuando empecé, apenas hallaba inspiración para contar algo medianamente interesante. Ahora, me siento un poco más en sintonía, pero no tiremos cohetes. Como he dicho, funciono por inspiración, extraigo mis ideas a raíz de expresar mis sentimientos y emociones a través de vídeos, historias cortas, cómics. Lo que no hacer es ponerme a escribir aquí te pillo y aquí te mato, como si mi cerebro y corazón fuesen los engranajes de una fábrica de churros. Las cosas salen bien cuando se les dedica tiempo y esfuerzo. Precisamente eso es lo que no he estado haciendo últimamente.

En mi palacio mental sucede una eterna discusión entre el Duque de las Obligaciones y el Duque de las Pasiones. Me surgen ideas que brotan a borbotones de la brecha de mi calavera bohemia. La abundancia de imaginación no es mi don, sino mi castigo. Es la tortura de no tener tiempo para llevar a cabo tantos proyectos que mi materia gris deglute. Me es imposible satisfacer mi abominable naturaleza inquieta, y por eso me quedo a medias tintas, hago vídeos apresurados y sin empeño. Si de verdad quieres hacer algo, tienes que sacrificar lo otro.

Y también me he dado cuenta de que estoy entrando en la reja por mi cuenta como esclavo de los likes, las visualizaciones, los comentarios, la popularidad, cuando nunca me han importado un carajo esas banalidades. Cuando mi objetivo siempre ha sido crear, expresar mis inquietudes. Cuando lo que yo quería era pasar el rato. Llevo unos meses en los que me he preocupado más en el disfrute del ajeno que en el mío propio, pensando en ¿Qué funcionará? ¿Qué es tendencia ahora? ¿Qué es lo que le hace gracia al público? ¿Cómo ser alguien más del grupo? No he sido aficcionado de publicar fotos de mí mismo, pero he comprobado que eso es lo que atrae a la gente, no los dibujos sobre hombres cebra y entes cósmicos que garabateo en mi libreta de Iron Man. La gente no se va a molestar en ver un vídeo de media hora sobre una historia original, la gente va a los títulos atrayentes, morbosos. “Hago una broma a mi novia y sale mal”, “Las olas monstruo más grandes del mundo”, “Unboxing de caja secreta”, “Reseña de Vengadores: Endgame”, “El final de Joker explicado”. Y podría seguir hasta las nueve de la noche.

Dicho ésto, me pregunto una vez más, ¿Qué puedo ofrecerte yo? La incógnita se reduce a una mera decisión, sobrevivir o ser olvidado. Yo elijo que me comáis los cojones.