lunes, 7 de agosto de 2017

El Jardín de los Deseos.

(Historia corta de 2017-18-19)

Capítulo 1 - Cantares de Valleviejo

Andaba el otro día tan campante por el barrio Garrapiñuelo, cuando me topé con el número trescientos setenta y tres del Buñuelou Gazzette´s, un prestigioso aunque morboso periódico local. Tomé el grasiento ejemplar del raspado ladrido, que con tanto sudor enjugado de pobres colonos mestizos había sido labrado, y abrí sus seductoras páginas entre mis agrietados dedos. El contenido del journal era un variopinto escabeche de lo más bizarro: ``Asesinan a una bailarina de polka tres días antes de la gran actuación de su vida, el Viv´s Dance Grand Festival, en circunstancias insospechadas´´, ``El alcaide de la Prisión Peninsular de Valleviejo presenta su dimisión´´, ``Tres niños de origen asiático son detenidos por la violación de una hipopótama encinta´´, ... toda una sarta de espantosos sucesos que solo anunciaban el mal agüero. ``Esta ciudad está podrida´´, pensé.

Tiré el esperpento de noticiario, remontando mi caminata, casi llegando a mi destino como objetivo. El café de Rob´s se presentaba como un lugar al que lo peor de la escoria de Valleviejo acudía: era un antiguo burdel vomitivo que daba hogar a ninfómanos, pederastas, cocainómanos, fans de Bertón Liefieldo, borrachos sin esperanza en la vida y la mejor selección de asesinos a sueldo rusos.

-Qué tal, Robvincie.
-Aguahtando jasta que me venga la parca a recogeh...-la obesa propietaria del antro tenía el glorioso honor de poseer el título de Mujer Más Fea de la URSS, cosa que era más que cierta. Los pelos de sus abultadas verrugas me atraían como al más patán de los buscadores de rarezas humanas, mientras que el pobre maquillaje azul celeste de su sombra de ojos hacía un mísero intento de ocultar la repulsión de su ser. Pero ante todo, era una buena tipa. De fiar.

-Esta ciudad apesta.
-Cómo lo sabeh. Oye, ¿qué veníah bujcando, Rocobollo? Te he dejao la pijtah un poco libre pal intehcambio de infohmación que me parlahte.
-Vengo a por el espía doble del Gobierno de Stalino que me propiciaste, Rob.

La Mujer Más Fea de la URSS estaba empeñada en el fregado de un nonagenario plato de una vajilla ya perdida en el suspiro de los vientos estomacales del tiempo. Centrada en su tarea, me respondió.

-Allá al fondo.

Atravesé una horda de pervertidos sociales, para llegar al ala este del bar, en la esquina de las tragaperras. Allí me esperaba un varón de metro ochenta, casi anoréxico, enfundado en un traje de látex rojo tirando para negro de lo más excéntrico. Mi contacto, con la cara cubierta por un pasamontañas también oscuro pero con diseños de Russle Crowenio en los costados, se dignó a hablarme, no sin antes pedirme fuego y encenderse una extraña pipeta escarlata.

-¿Tienes algo?
-No.
-¿Hhmn?
-No mucho, pero es... curioso.
-Canta, maricón.
-Ya no estamos en los 50s, Detective Rocobollo, estamos en entrada de siglo. Los tiempos han cambiado.
-Hum.
-Mmmñem... me he enterado que esos estalinistas del segundo milenio están planeando un atentado contra la embajada de España en Kazajstán. Lo tienen todo pensado. Armas, explosivos, estrategia de escape, todo. La van a liar gorda, Detective.
-Tampoco creo que sea para tan...
-Esto te supera, Rocobollo, esto te supera. Erhh... ¡Esto no es como El Caso de la mujer portuguesa degollada en el Apple Store... o La Trama del exministro Cabezañuque, NO! Esto es distinto, tío, y ni tú ni cualquier otro investigador de pocamonta puede evitar lo que va a pasar. Esto...
-¡¿Pero qué me estás contando, alfañique?! No puede ser que vaya a desatarse una guerra...
-Eso, eso mismo es lo que va a suceder, Detective. Yo... yo ya no puedo hacer nada más, solo decirte que un alto secretario de los estalinistas tiene un cortijo aquí, en Valleviejo, donde veranea con la parienta...
-¿Cómo? ¿Dónde est...?
-Pregunta en la Calle Llobregat de Fons de Piñols, te dirán que en la Senda del Canto Pedreguno. Me voy.
-Gumpff...

Salí del triste establecimiento veinte minutos después de irse el informador, no sin antes pagarle la cuenta a Rob y desearle suerte con el entierro de su marido. Al menos, el bueno de Mr Gorbachov no tendría que presenciar el terrible y oscuro futuro que se cernía sobre la comunidad de Valleviejo.


* * *

Capítulo 2 - Rock you like a hurricane

Mi investigación me llevó de la mano como mi madre a la escuela, que en su mohosa tumba descanse, a la Calle Llobregat de Fons de Piñols. Los yonquis te pedían dinero, las rameras te ofrecían su cuerpo perfumado a coliflor añeja y el ambiente apestaba a humo de cigarro mal apagado. A uno le cuesta pasar desapercibido en una pasarela como esta, donde cualquier despojo humano te puede rajar en canal en cualquier momento. Subí treinta pisos de un pútrido edificio, lo que provocó inimaginables ganas de comer en mi hueco estómago. La ira me consumía, pero al fin desembarqué en la planta 31, y toqué el timbre del apartamento 344, que previamente había llamado en el recibidor de la entrada, a lo que me había respondido una voz áspera, pero un tanto inocente.

Treinta candados se tuvieron que abrir, poniendo mi fina paciencia a prueba. La puerta abierta me desveló a un joven de unos 37 años, pero, debido a su mal cortada barba y a su greñada melena rubia, parecía tener más edad que esa, no sin olvidar sus penosas ojeras provocadas por un intenso consumo de crack, cuyo humo se percibía en el ambiente. Vestía una camisa de manga larga blanca, por encima un jersey de rayas verdes y negras, y en sus flacas piernas unos vaqueros notablemente rotos.

-¿Con quién hablo?
-Detective Rocobollo, ¿y tú?
-Curtis Kobáinez. Pasa.

Su casi metrocuadrático apartamento estaba decorado con infinidad de posters de bandas de rock, heavy y grunge de las últimas dos décadas: Metallicosa, Ejcorpioneh, Soundogarden, Pinky Floydo... Su camastro era un caos y una pocilga, y su escritorio estaba lleno de folios con fallidas letras de canciones. Encima la mesilla de noche había un revólver.

-Me han enviado aquí porque dicen que tú sabes dónde reside el alto secretario de los neoestalinistas... Dicen que tiene un cortijo en la Senda del Canto Pedreguno, pero supongo que tú tienes más exacta información.
-Verás... yo ya no actúo, marioneta... Lo dejé hace ya medio año. Nos llamábamos Nervena, yo y los chicos éramos geniales, pero gracias a la movidita con Gons and Rosos y a esa tía y mi hija... estoy en la mierda.
-¿Marioneta? ¿Nervonio? ¿Hija? ¿Me estás tomando por imbécil, perroflauta?
-Oh no, yo no... Nosotros nunca hemos perdido el control... fue el hombre que vendió el mundo...
-¿Qué hombre? ¿El alto secretario?
-Sí... creo que sí... ¡Ah! Estoy tan feliz... porque hoy he encontrado a mis amigos...
-¿Nos pueden ayudar?
-...que están en mi cabeza.
-Qué cojo... ¡¡Háblame claro, greñudo!!
-Sí, soy tan feo... ¡y eso está bien...!
-Dónde. Está. El neoestalinista. ¡Ya!
-Lo vi el domingo por la mañana, aunque eso es todos los días...
-¿Dónde lo viste?
-En la cárcel, la peninsular... Estaba haciendo trapicheos. Quería sacar a un pez gordo de la cárcel.
-No... me jodas-me quedé en shock-¡¡Tengo que impedírselo!!
-No corras... ese tío irá a la hora del almuerzo...

Me quedé en silencio. Sentí una gran pena por ese chaval. Tan joven, tan talentoso con los versos... y estaba en este estado de depresión. Decidí preguntarle por eso.

-Oye... Curtis... ¿estás bien? Te noto... apagado.
-Sí... Verás. yo antes no era así... Era un tío superfiestero, cuando acudía a un botellón era un maldito huracán. ¿Sabes? Me decían que les recordaba a una canción... Mmm, diablos, ¿cuál era?
-¿Rock you...?
-¡Ah, sí! Rock you like a hurricane... Me encantaba. Cuando me sentía mal, cuando caía en un punto bajo... la escuchaba. Y me hacía levantarme. Y seguir adelante. Porque no importa cuántas veces te peguen una patada en el estómago... Tú tienes que salir ahí y luchar...

Mientras hablábamos sobre una canción del `84, la tierra estaba temblando. Y no por un huracán. Treinta sicarios soviéticos enfundados en trajes negros y cargados de armas hasta los dientes estaban subiendo las escaleras del edificio.

-...me dieron una vez, por mi cumpleaños, la canción en una cinta...

Cuatro pisos. Tres pisos. Dos pisos.

-¿...dónde estará...? ¡Ah, joder, sí! Aquí en mi mesilla...

Un piso.

-Mira, espera que la ponga en el caset... oh sí... ¡aquí está!
-Un momento, Curtis... ¿no oyes eso? Son como pisadas...
-Lo más seguro es que nos hayan interceptado... oh sí, here i am...
-ME CAGO EN LA PUTA.
-Corre. Oh sí... here i am, rock you like a hurricane...

Los pasos se acercaban. Estaban en la puerta.

-¡Oh, no! ¡Tenemos que huir!
-Sálvate tú... yo ya estaba muerto...
-¡¡No, Kobáinez!!
-¡¡He dicho que huyas, coño!! The bitch is hungry, she needs to tell... so give her inches and feed her well...
-Kobáinez...-esas fueron las últimas palabras que le dirijí, antes de tapar mi rostro con mi fular marrón y saltar a las escaleras de incendios por la estrecha ventana de su habitación. Dentro, el rockero retirado seguía cantando.

-More days to come, new places to go...
i´ve got to leave, it´s time for a show...

Habían llegado.

-Here i am...

Se iban a liar a tiros. Cuestión de tiempo.

-Rock you like a hurricane...

Me alejaba corriendo entre los contenedores. Giré un momento la vista atrás...

-Here i am...

Curtis Kobáinez cogió su revólver.

-ROCK YOU LIKE A HURRICANE...!

Se pegó un tiro en la sien.

Huí de aquella manzana como el diablo que mora en el infierno. Curtis Kobáinez había optado por la salida más fácil. Curtis Kobáinez había decidido morir dignamente. Curtis Kobáinez no se había dejado vencer por sus adversidades.

Yo ahora estaba en busca y captura por los neoestalinistas. Los neoestalinistas habían corrompido el Gobierno del Ayuntamiento de Valleviejo hasta la médula. Yo era un preso fugado. Y yo me dirigía a la prisión.


* * *

Capítulo 3 - Inspector Rocobollo: Memorias: Joe Pringue: El Día Después

AVISO:
EL SIGUIENTE RELATO DE FICCIÓN PODRÍA HERIR LA SENSIBILIDAD DE ALGUNOS ESPECTADORES. QUIEN DECIDA QUEDARSE, ES A SU PROPIA ELECCIÓN.

La señal radiofónica de la policía sonaba en una mañana de septiembre de 1989. El ambiente se sentía frío y neblinoso... Un día como cualquiera en la ciudad de Valleviejo.

Mis amigos de la central me habían avisado de lo ocurrido a primera hora, cuando ni siquiera estaba amaneciendo. A regañadientes, y soltando sandeces e insultos a diestro y siniestro, salí de mi desarreglada cama, en la que había yacido la noche anterior con una mujer de la calle que aún dormía sobre mi lecho... No me acuerdo de cómo ocurrió, solo sé que había tenido un mal fin de semana, como lo son todos los de mi vida, así que le apagué un sigarro a mi -ahora- ex compañero en la gabardina, y entré a voces en un bar. Bebí tanta cerveza que de los sucesos posteriores no puedo confirmar la veracidad. Cantamos los borrachos la Canción del Arraguleño, levantando las piernas al ritmo de las tropas nazis. Ah... si Hitler levantara cabeza... a algunos se les iban a quitar todas las gelepolleces...

Como iba diciendo, después de los cánticos la cosa se puso turbia y un borrachuzo llamado Vendecorado Búñez, de unos 22 años de edad, se lió a porrazo limpio con la dueña del local: mi dulce y sifilosa compañera de desdichas Robvincie. A la pobre mujer se la considera la Mujer Más Fea de la URSS, pero no expandamos el mito.

La pelea se libraba a botellazo y botellazo con botella rota. La sangre no tardó en surcar las sucias juntas de los azulejos del suelo. Aahg, la pobre Robvincie no está para desgracias... Pero la batalla campal ya no iba hacia ``ella´´, sino que ahora Búñez y sus primos los Carapróstata se estaban arrancando peazos de piel enteros de cuajo con una pandilla de neoestalinistas liderados por Yuri el Perforao. No querráis saber el desprestigioso origen de este mote...

¿O sí? Pues os la cuento, por el morbo.

Se rumoreaba por el barrio de Garrapiñones que, cuando Yuri Jiliformov era un criajo, vivía con su tozudo padre en un tercer piso con la limpieza descuidada. Tenía al pobre niño a golpe de cinturón. Decía que sacaba malas notas. Yo creo que sus motivaciones eran más profundas.

Yuri era un niño que pasaba las tardes jugando a la bola en el parque, pero sin la compañía de nadie. Se duda si realmente fue a la escuela, pero lo que quedaba claro era que era un apestado de la sociedad. Ah... Me recuerda a ese filósofo soviético... ¿Cómo era...? Ah, Goldenik Warrirov IX. Puto depravado social...

Cuando Yuri llegaba de vuelta a casa, su padre le estrangulaba a preguntas estresantes: ¿Dónde vergas has estado, Yuricabrón? ¿Qué pollas tienes en las manos, maricón? ¡Cabrón! Y ahí va el primer tortazo.

-¡Es que no sabes hacer nada!-segundo tortazo.

-¡Pá! ¡Pá!

-¡Que te calles y te sientes en tu puñetera sillita, cojones!-tercer y cuarto tortazo.

Hasta este punto, los motivos del odio violento del padre hacia el hijo quedaban aún en duda. Pero la cosa se intensificó a partir de ahora.

-Serás niño inútil... Siempre te he enseñado que estaba mejor jugar al futbolito con tu padre, tú no tienes lugar entre los otros niñatos-deja al chico y se dirije a la cocina-. Le prometí a tu madre que iba a protegerte de los extraños, que no te permitiría confiar en nadie más que yo. Porque soy tu padre y es lo que se espera de uno...-vuelve con una espátula y con los pantalones más flojos-Hijo, hijo de mi sangre, yo es que sólo quiero que no le pase lo de má´, yo sólo quiero que seas alguien de provecho. Me quiero sentir orgulloso de ti, pero no haces nada más que darme disgustos...-se le nota más emocional y con  humanidad.

-Pá, me quiero ir a acostar...-con un tono de miedo en la voz.

-Es eso lo que esastamente vamos a hacer, hijo. ¡Mi hijo!-levanta los brazos al cielo-Hijo de mi propia sangre, mi posesión...-se empieza a recolocar los pantalones.

-Pá, tengo ueño...

-Ay, sueñecito mi niño, mi niño rico-se echa saliva rancia en la mano, mientras tose por el sigarro, para peinarse como una vaca que se relambe el pelo-... Hijo, yo sólo quiero que estés con protesión, a mi lado. ¡Mira tu madre...! Aaahahahg-le da un breve brote de tos perruna-... ¡A tu madre se la follaron en la calle unos fachas! ¡Unos fachas...!-le da más tos-Tu puta madre no tenía luces en la cabeza y salió de casa. En casa estaba segura. En casa estás segura... ¡Y EN CASA ESTÁS SEGURO TÚ TAMBIÉN!-se abalanza de improviso contra el muchacho, a la vez que se desabrocha más el holgado pantalón.

-¡¡Pá!! ¡¡Paá...!!

-¡VEN PA´ CÁ CON TU PADRE! ¡Ven con tu padrecito del que saliste!-el niño gime-¡Ven que te proteja con tus hermanitos...!

Y esa era la historia de Yuri el Perforao. Sí, ¿qué? ¿Arrepentidos de haber querido conocerla? Pues ya es demasiao tarde pa´ que se vayan esas imágenes de vuestras cabezas.

El la tasca de Robvincie, la afrenta iba a más. Los tíos con los que me cogí la pelfa ahora eran unos colgaos hasta arriba de adrenalina que estaban matando a patadas en el estómago a ese pobre chico. Yuri Jiliformov.

-¿Qué pasa? ¿Dónde está tu padrecitooo? ¡Eeeehhhh! ¡Jajajajá!

Aunque no soy un hombre de valores altruistas ni un jodido misionero, algo me empujó a dar el primer golpe.

Búñez cayó al suelo de un puñetazo. La sangre salía de sus encías mientras balbuceaba.

-Serás hijoputas malnacido, viejarro fracasado...-y, levantándose-¡Todos sabemos que estás en el cuerpo de policía de Valleviejo sólo porque das pena! ¿Eh, chicos?

-¡¡SÍIII!!

-Voy a meterte en la cárcel por rojazo de mierda.

-Qué alegría, así por fin podré saludar a tu madre de nuevo.

Barullo. Machos cabríos en estampida. Mi cara no quedó muy bien que digamos tras los primeros veinte minutos de pelea. Con suerte, pero sin recordar mucho cómo, salí de aquél tugurio apoyado en los hombros de Roselia de Cásterpolla, la famosa puta.

La nieve en copos caía sobre la calle de otoño a las 5 de la madrugada (y empezaba a currar a las 6...). Sólamente dos figuras cruzaban el cristalizado espacio: Roselia y yo. Conocía a aquella dama de vista, oía que la chupaba de reputísima madre, pero es lo típico que se oye en el barrio de Garrapiñones... Mi ex compañero confesó una vez que era un individuo desviado, un excluso social. Decía, burlándose, que no era una verdadera mujer.

-Te puedes meter por el culo tus verbos, Braulio.

-Marica.

Aquella noche, intercambié más de dos palabras con Roselia. Yo diría que más de mil...

-El cielo hoy está más lleno de estrellas que hace años...-yo, embobado con la bóveda celeste.

-Rocobollo, está usted ebrio...

-Te juro que no lo estoy, que siento la luz de Andrómeda en mis arterias...-cayéndome en el suelo poco a poco.

-¡Que se cae usted, Rocobollo! Déjeme que le ayude a...

Al levantarme del charco del suelo, nuestras frías narices se tocaron. Nos quedamos pegados, y no solo por la gélida temperatura.

-¿Ha sentido las luces de nuevo, Rocobollo?

-Llámame Iruy, por Dios bendito.

Llegamos como un tornado de ventisca al portal de mi piso. Casi ni recuerdo cómo abrí la puerta... Las escaleras fueron una escalinata al cielo, la puerta de mi morada, las Puertas del Paraíso de Ghiberti. Nos arrojamos a la cama como dos animales en su ecosistema. Las sábanas fuera, la ropa volando por los aires. Lo que sentí aquella noche de tardío otoño no fue mero placer, fue el único momento de mi vida en el que he sentido amor por otra persona aparte de mí mismo. Y Rosalia, Rosalia era mi mujer.

A la mañana siguiente, no tuve apenas tiempo para despedirme. El trabajo me reclamaba, y eso era lo único que me daba el pan para comer. Salí de mi cuarto, oriné, y volví a entrar para vertir mis prendas. Ya tendría tiempo de desayunar en la oficina. Café que hedía a cojón.

Al llegar a la Calle 14 del Vicario Venéreo de Viena, lo primero que encontré fue una marabunta de coches de policía agolpados a las puertas del Edificio Linasgravés, un lugar de residencia para estudiantes de Bachiller en adelante. A unas calles adelante se situaba precisamente el Cuartel General de la Policía de Valleviejo, fíjate la coincidencia.

Había recibido noticia de que el suceso había sido un supuesto caso de homicidio en uno de los pisos. Un rarito estudioso llamado Jonathan ``Joe´´ Pringue había sido encontrado muerto ``tieso todo lo largo en el suelo de su escritorio, con una patata frita industrial a su izquierda´´. No testigos, únicamente su hallazgo por parte de una de las vecinas. La prensa se ceba con estos asuntos tan inhóspitos. Sobretodo el diario Cantares de Valleviejo, subvencionado por el podrido Ayuntamiento.

El jodido Pringue tenía sólo 18 años, una indefensa criatura. ¿Quién, si existía culpable alguno, podría haber cometido semejante crimen? Oh, sí, un tío muerto en su habitación, un final solitario... Pero eso es porque aún no sabéis toda la historia. Se había encontrado, durante una primeriza autopsia, que el estómago de Joe Pringue estaba reventado por dentro con una inconmensurable cantidad de una especie de heces azuladas, blandas y húmedas, que tenían en su superficie pequeños lunares morados. Una pesadilla hecha realidad. Incluso en la asquerosa comarca de Valleviejo.

Las horas pasaron y el tumulto de curiosos se disipó. Los polis volvimos al Cuartel y nos pusimos manos a la obra ...los que aún nos resistíamos a vomitar. Me da que ese café amargo de desayuno quedará para otro día...

Llegaron las cinco de la tarde, y para entonces el Comisario Frenández ya me había asignado inspector principal del caso. Seré honesto... Me pegué una siestorra de tres pares de narices. Tenía la resaca de la noche de bailes y peleas... No me quedaban muchas fuerzas para comenzar una investigación seria. La verdad, no tengo ni puta idea de por qué me habían hecho cargo de esta mierda zarrapiñada de asunto. 

Fue entonces cuando recibí la llamada de la madre de Joe Pringue.


Capítulo 4 - 

AVISO:
EL SIGUIENTE RELATO DE FICCIÓN PODRÍA HERIR LA SENSIBILIDAD DE ALGUNOS ESPECTADORES. QUIEN DECIDA QUEDARSE, ES A SU PROPIA ELECCIÓN.

kdkhsds

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