martes, 8 de noviembre de 2016

Sucesos anónimos varios.

Pues me dijeron que estaba Little John en el baile de Fin de Curso de su centro educativo, y no era el día de hacer algo educativo, vaga la redundancia. Ese día era para salir a la la pista ...y darlo todo. O eso era lo que le veía hacer a los mayores del insti.

Dicen que allí en Kansas City no hay mucha abundancia de frikardos, pero el joven Little John y su amigo Floyd eran los dos de los cuatro pelagatos que vivían allí.

Saliendo un poco del tema de los frikazos, Little John y Floyd se dirigían hacia el gimnasio, pensando en qué iban a hacer allí, si no tenían pareja. Todas las buenas y malas mozas ya iban con los bíceps de turno, entre ellos, la Banda de Los Guepardo. Ellos dos no teían la valentía suficiente para decir ``oye tú, cabrón, yo también tengo derecho a bailar´´, además que esa frase tan soez, si se puede considerar así, no les pegaba a unos pringaos como L J y Floyd, sino a los propios Guepardo.

Digamos que, hasta este punto de la historia, no tenían muchas opciones.

Decepcionados por la simple derrota, los frikazos se marcharon. Pasaron por casualidad por el Callejón de los Malos Augurios, donde se toparon con un harapiento leproso, que tenía pinta de chamán, el cual les dijo, sin venir al caso:
-La suerte la escribe uno mismo.
-Perdone, ¿qué?-comentó Little John.
  De repente, el vagabundo se levantó de la caja de cartón sobre la que antes reposaba y alzó la cabeza, diciendo:
-Solo mirad a los ojos astrales del cielo...
En ese instante, L J y Floyd experimentaron lo que se puede llamar una buena fumada, ya que empezaron a desmaterializarse y a fundirse con la misma esencia de los átomos. Después, viajaron inmensas distancias en el vasto cosmos, atravesando estrellas, cometas, ¡...agujeros negros que les llevaron a otras dimensiones. Vieron a sus yo de esos universos paralelos, por lo cual se llenaron de un conocimiento inconmensurable, sobre todo, de las artes mentales para conseguir una chica en el dichoso baile de lo coj...

Ahora estaban de nuevo en la entrada del gimnasio. Estaban preparados. Más que nunca en sus cortas vidas humanas. Pero estaban preparados para ese momento.

Little John caminaba hacia el interior de la pista con paso firme, retumbaban los azulejos del baño de profesoras, donde estaba teniendo problemas gastrointestinales la Sra. Smickells, de física cuántica. Las mozas, al ver los cuerpos modificados mentalmente de L J y el ahora apuesto Floyd, rendían a sus pies, suplicando que ellos satisfacieran lo que veían sus inocentes ojos, los cuales no sabían que era solo una ilusión mental creada por los mismos frikardos.

Little John llegó a donde se encontraba Gilda, la favorecida pelirroja de pechos grandes (¿qué queréis que os diga? ¡Así de fermosa la describió la fuente que me proporcionó el relato!), la cual estaba en los brazos del líder de Los Guepardo, Bill Kent. El tipo dejó a la criatura, y acto seguido se dirigió hacia L J.

Después de un silencio incómodo, dijo:
-¿Aónde me vas con esos musculinos, gilipoias?
-He venido a reclamar justicia para la Frikonería.
-¿Qué co** ha dicho ese?-saltó un lacayo.
-Que he venido a reclamar la justicia para mí y para mi amigo. Es decir, tenemos derecho a tener una hembra como acompañante en estas danzas.
-Si lo que buscah éh fo****** a la Gildy, me paese a mí que no. ¿Y desde cuándo hablas tan culto, rata?
-No busco más que una acompañante. Y mi intelecto se ha masificado cuando viajé por todo el multiverso, gracias a este anciano mugriento que nos encontramos.
-¡¡Lo que te váh a buhcáh éh una buena zurra, saco de mierda!!
Ipso facto, Los Guepardo, y algunos espontáneos y lacayos más, se abalanzaron en busca de dar una somanta de mamporros a diestro y siniestro, a nuestros frikardos. Ellos se defendieron como pudieron, pero esos músculos que tanto admiraban las hembras no eran más que un efecto mental, un truco. Y no servían para defenderse.

Esa noche, Little John y Floyd volvieron a sus humildes casas con cientos de magulladuras por todo el cuerpo (nunca deseéis ser ellos, niños). Ese día, sí, ese día ...fue el comienzo del resto de sus vidas.

THE END?

2 comentarios:

  1. jajajaja, muy bueno. Puro realismo. Purísimo. Nada de tipos que al final vencen y se llevan a la chica, eso sólo pasa en las películas. Y el estilo, como diría Jesulín en dos palabras: Im-prezzionante. Muy buen relato. ;-)

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